martes, 4 de febrero de 2014

CHARLAS DE QUINCHO




(Sentado frente al escritorio hecho por la Shelbyville Desk Co. de Shelbyville, Indiana a comienzos de los años cincuenta se encuentra Carlos. El cuarto está en penumbras y una antigua lámpara de escritorio entibia el suelo con luz blanca cuyo rebote deja adivinar el contorno de libros, discos, un banco y algún que otro mobiliario. Por la ventana se deja ver un camino que desciende para luego ascender antes de desaparecer dentro del horizonte, serpenteando un anuncio de repetición periódica. Dos focos lejanos iluminan charcos parpadeantes: afuera está lloviendo. La puerta del escritorio está abierta y por el pasillo pasa caminando Jorge Asís quien se detiene y duda un momento si interrumpir al amigo sumido en un insondable silencio. Aún sin ver su rostro, ya que se encuentra de espaldas a él, Asís se deja ir en unas palabras movido por la figura cabizbaja que Carlos recorta en el oscuro)


JORGE ASÍS
Cralos… (Silencio
Carlos… ¿Estás bien?


(Carlos parece no oírlo en su ausencia Hoppereana. Jorge Asís ingresa al cuarto haciendo sonar sus pasos sobre el piso de madera. Apoya una de sus manos sobre el hombro izquierdo del amigo, con suavidad afectuosa)


JORGE ASÍS
Carlos, ¿qué te pasa?


(Carlos dibuja un tímido garabato en el aire con su manos izquierda, revoleando mínimamente el brazo. Asís refuerza el contacto físico mientras se pone de frente, a la vista de su compañero. Lo sacude con candor púber y le habla desde una amplia y generosa sonrisa que rebosa picardía)


JORGE ASÍS
No me digas nada, estás pensando en Emmylou, querés ir de nuevo a su casa… Sos capaz de llevarle otro perrito, ¡ya le regalaste cinco en dos meses!


(Carlos tiene la mirada perdida cuyo alcance se difumina antes de atravesar la ventana; sus ojos, vidriosos)


JORGE ASÍS
¡Ya sé, ya sé! Estás pensando en la chica esta nueva… En Kacey, Kacey Musgraves. ¡Vos no tenés remedio, Carlos!


(Carlos levanta la cabeza y, aflojando el rictus, mira a su amigo y le habla con mirada pura y venturosa)


CARLOS
Estoy pensando en los toms de Phil Colin, en esos repiques que sólo sus ataques pueden hacer estallar. Me zumbaron todo el día adentro de la cabeza… Me vuelve loco, lo adoro. ¿Por qué no le decís al Tata que lo llame? Escuché que está mejor de salud y que parece quiere volver a salir de gira… Quiero que venga al Yaiman, por favor. Llamalo ahora al Tata y pedile, él tiene el número…

JORGE ASÍS
Pero Carlos son las dos de la madrugada acá, en Inglaterra como las ocho de la mañana…

CARLOS
(totalmente recompuesto y poniéndose de pie)
Dale, llamalo… ¿Qué tomás? Quiero estrenar el barcito nuevo…




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